Por: Luisana Arcila
Los accidentes o incidentes son inesperados, y en el mundo empresarial, aún más. En esta circunstancias, el verdadero reto reside en cómo gestionarlos cuando ocurren, pues de ello dependerá si se convierten en crisis o siguen su curso natural. Aunque las marcas no pueden controlar todos los factores externos que desencadenan una crisis, sí tienen el poder de controlar su respuesta.
Un buen plan de gestión de crisis no se basa en el silencio o en ocultar información, sino en la transparencia, la coherencia y la agilidad. Las audiencias actuales esperan autenticidad, lo que significa que una respuesta evasiva o tardía puede hacer más daño que la propia situación. La rapidez y la precisión a la hora de informar son fundamentales para mantener la confianza de los clientes, empleados y otros stakeholders.
Las empresas que invierten en estrategias de prevención y en la formación de equipos dedicados a la gestión de crisis tienen más probabilidades de superar los momentos difíciles. Además, es esencial que las organizaciones cuenten con voceros entrenados para manejar la comunicación, con mensajes claros y consistentes que resuenen con los valores de la marca.
Afrontar una crisis no significa simplemente mitigar sus efectos inmediatos. Se trata de aprovechar el momento y demostrar liderazgo, reforzar la confianza del público para salir más fortalecidos. En definitiva, el éxito en la gestión de una crisis depende de la resiliencia, preparación y comunicación efectivas.