Por: Karla Melo
El propósito es la columna vertebral de la marca. Los consumidores no solo buscan productos y servicios de calidad; buscan marcas que reflejen sus valores, convicciones y aspiraciones. La tendencia hacia un consumo más consciente está redefiniendo la relación entre las marcas y sus audiencias, haciendo que la búsqueda de un propósito se convierta en un factor crucial para sobrevivir y prosperar en el mercado actual.
Así como las personas buscan sentido y dirección en sus vidas, las marcas están llamadas a hacer lo mismo. Un propósito claro, alineado con causas sociales o éticas, ofrece una dirección estratégica que no solo guía las decisiones empresariales, sino que también establece una conexión emocional con los consumidores. Este propósito va más allá del beneficio económico y responde a una necesidad creciente en el mercado: la demanda de autenticidad.
En la era de la información, los consumidores están cada vez más informados y son capaces de distinguir entre acciones superficiales y compromisos genuinos. Las marcas que demuestran un propósito claro y coherente logran establecer relaciones más sólidas y duraderas con su público. No se trata simplemente de una estrategia, sino de un cambio fundamental en la forma en que las empresas se posicionan en la sociedad.
Los consumidores actuales, en especial las generaciones más jóvenes, no se conforman con mensajes vacíos. Buscan autenticidad y un compromiso real con los problemas que les importan: sostenibilidad, inclusión, medioambiente y otros temas sociales. Las marcas que promueven valores compartidos logran establecer una relación más cercana, consiguiendo que los consumidores no solo adquieran productos, sino que se sientan parte de una causa mayor.
Las empresas que han sabido adoptar este enfoque han conseguido una ventaja competitiva. Marcas como TOMS, que donan un par de zapatos por cada uno vendido, han sido pioneras en vincular su propósito con una acción tangible y de impacto social.
La evolución del comportamiento del consumidor pone de relieve la creciente importancia del propósito. Estudios recientes realizados por el International Business Machines (IBM) muestran que más del 70% de los consumidores están dispuestos a pagar más por productos de marcas que reflejen sus valores. En un entorno sobresaturado de información y opciones, la autenticidad se convierte en un diferenciador clave.
Ya no basta con promocionar un producto; se trata de construir y transmitir una narrativa coherente, donde el propósito esté presente en cada interacción, campaña y mensaje. Las acciones de las marcas deben ir acorde con su propósito, evitando la percepción de incongruencia o lo que se conoce como «purpose washing», es decir, un propósito vacío o sin impacto real.
El propósito no es una tendencia, sino el pilar central en la evolución de las marcas. Aquellas empresas que logren definir y actuar conforme a un propósito auténtico estarán mejor posicionadas para generar un impacto significativo. En este escenario, las relaciones públicas desempeñan un papel clave al asegurar que la coherencia entre el propósito y las acciones de la marca sean palpables.